La cuenca de México, en la cual está enclavada la capital del país, cuenta con un sistema hídrico muy interesante y complejo. Algunos hemos escuchado del origen lacustre y de la desaparición de los cinco lagos, que fueron parte de los relatos de Hernán Cortés y su ejército a su llegada a la Gran Tenochtitlán, para dar paso a la enorme mancha urbana en la que habitamos más de 15 millones de personas en la actual Ciudad de México. Pero, realmente pocos nos hemos preguntado ¿qué alimentaba a esos lagos? Y es ahí, donde entra la historia de al menos 43 ríos y arroyos, algunos perennes y otros sólo de temporal, que hoy en día tenemos prácticamente olvidados, a no ser por la nomenclatura de algunas calles y avenidas vehiculares que aún ostentan su nombre: Río Becerra, Río Mixcoac, Río de los Remedios, Río Consulado, Rio Magdalena.
En el imaginario colectivo muy pocos recuerdan que donde hoy transitan un sinnúmero de automóviles, antes transcurrían ríos; que, debajo de la capa de asfalto que hoy cubre esas calles, hay grandes tuberías en las cuales fluye el agua convertida en desecho. Y nos preguntamos: ¿Es que ha desaparecido todo vestigio de ese pasado?… No, aún no. Algunos de esos ríos subsisten en las montañas, especialmente en las zonas altas del Ajusco y en la Sierra de las Cruces. Para platicar de Los Ríos de la Ciudad de México, contamos hoy con: José María Nava Townsend.
José María Nava Townsend. Es Arquitecto y Maestro en Desarrollo Urbano por la Universidad Iberoamericana. Es profesor en dicha Universidad desde 1990. Coordinó la Licenciatura en Arquitectura de 2009 a 2017.